Una verdad de hoy que no es mía (Soy
joven y guapo), con el paso del tiempo puede quedar en una verdad a media (Solo
guapo) o una absoluta mentira (ni joven, ni guapo). Esto es lo que dice mi tio
Pepe: “Antes éramos jóvenes y guapos, pero ahora, solo guapos” en estos días
cumplió 77 años.
“Soy joven y guapo” hemos de
considerarla con la fecha en la que se pronunció.
Desde mi nacimiento he tenido
unas 8 direcciones diferentes y todas ellas corresponden a una verdad absoluta
en un momento concreto de mi existencia. Si recogiéramos todas ellas, para
tener una visión correcta en el presente, tendríamos que añadir una fecha.
En el universo, pasa algo así. Si
tuviéramos que definir la ubicación de nuestro planeta tierra en un mapa
tridimensional, no basta con dar las coordenadas de X, Y, Z. Faltaría una
cuarta dimensión.
Imaginemos un balón, y queremos
definir un punto en su interior. Este punto tendría que tener unas referencias
de longitud, latitud y profundidad. Pero, ¿y si el balón se estuviera hinchando
cada día más? En ese caso nos veríamos obligados a concretar un momento y una
constante que nos defina el ritmo de hinchado del balón.
Esto es lo que pasa en nuestro
universo, dado que este, está en continua expansión y acelerada, es decir,
hemos de dar un tiempo cosmológico para completar las coordenadas y que alguien
nos pueda localizar en cualquier momento. A estas coordenadas se les llama
Coordenadas Comóviles.
Por más que se expanda el
universo, las coordenadas comóviles siempre nos darán el punto exacto, Fran
Sevilla en su blog Vega 0.0 pone un ejemplo muy gráfico. Basta con expandir las
cuadrículas como en el ejemplo que le tomo:
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